Rinconesenlared

miércoles, 25 de mayo de 2016

EL TURNO DE LOS PROFES

EL TURNO DE LOS PROFES

Estaba tardando mucho en salir una sesión exclusiva hacia los profes. Mira que salimos nombrados cada semana y nos dedican tiempo en todo momento, pero hasta ahora, no habíamos acordado hablar detenidamente sobre ellos o nosotros (me incluyo).

Normalmente, siempre empezamos estas sesiones con sus diferentes impresiones y comentan sus valoraciones de diferentes momentos que hemos vivido. Últimamente, se decantan más por aquellos aspectos más positivos que negativos, lo que agradezco y lo que nos hace tener un ambiente más sano.

Una vez superada la fase inicial y acabado el proceso de selección del tema que nos gustaría abordar, nos explican la siguiente reflexión: ¿Por qué los profes parecen amargados constantemente? La chica que lo expone explica su frase lapidaria y nos cuenta que últimamente, el comportamiento de muchos de los profesores que tiene o le estamos dando clase, presentamos un aspecto un tanto catastrófico y que la negatividad se hace presente en nuestros comentarios, explicaciones, referencias hacia ellos,... Y este fue el punto de inicio (¡toma ya, ahora aguanta el chaparrón!).

La primeras impresiones hablaban sobre el sentir que tienen hacia nosotros y qué piensan sobre esa oración. Valoran que últimamente son mas conscientes que estamos totalmente irritables, "queréis que nos salgan bien las cosas o incluso perfecto,  y como no siempre es posible, os amargáis", "al no sentiros escuchados, reaccionáis mal", "al ser adultos, vivís en tensión y os frustráis por muchas de las cosas que os van surgiendo", "sentís envidia porque no podéis hacer las cosas que hacemos nosotros: jugar, hablar con nuestros amigos, pasarlo bien en todo momento,..."

Concluidos los posicionamientos genéricos, les invite a concretar más y fue el turno de intervenciones muy interesantes:

-"Pienso que no estáis amargados. Solo que en ocasiones sale vuestra melancolía y os ponéis así. También tenéis muchas responsabilidades."
-"Tener que mezclar su trabajo y tu propia vida es complicado. "Lucháis" contra gente que está muy alterada".
-"Creo que depende de cada profesor. Podéis tener motivos personales y por eso estáis así."
-"Valoro que es excesivo decir que todos estáis así. Os enfadan actitudes y que no salgan las actividades"
-"Para mí, la palabra es estresados. Tenéis muchas cosas que hacer y nuestro comportamiento, en ocasiones, no ayuda."
-"Vuestra cara dice mucho al empezar una clase. Veo cuando puedo hacer tonterías o cuando no puedo ni tocarte".

Nos han dado por todos lados. Ha sido interesante escucharlos y ver que percepción tienen de nosotros. Si en otras ocasiones he hablado que para los chicos el peor trimestre es el segundo, a los profes, pienso que nos toca ese bajón en el tercero. Pagamos el cansancio y el esfuerzo del curso, nos volvemos muy sensibles, nuestra paciencia se va agotando y los chicos, que no tienen ni un pelo de tontos, nos conocen tanto que nos manejan como quieren. Nuestras reacciones les marcan y su percepción sobre nuestro estado de ánimo es más evidente.

La siguiente pregunta fue algo muy inquietante: ¿qué es lo que te hace valorar a un profesor o no apreciarlo tanto? Y fue el momento estrella. Expresaron tantas buenas actitudes que favorecen la progresión de un alumno que me ha hecho ser consciente del gran trabajo que me queda por hacer.

-"Que sea veterano y maneje el comportamiento de los alumnos. Un profesor debe ser respetado sí o sí."
-"Que me entienda y que me escuche, creo que es lo más importante".
-"Que nos ofrezca actividad nuevas y cambiantes a lo largo del curso. La rutina hace que me aburra".
-"Que sea abierto con sus alumnos".
-"Yo necesito que sea cercano. Me da igual la edad pero no poner barreras".
-"Que sus gestos diarios o de inicio me lleguen y me hayan llamado la atención."
-"Que haga de la clase de un ambiente distendido."
-"Que sepa enseñar y domine el tema del que nos habla".
-"Que me respete y me trate bien".
-"Que transmita alegría e ilusión por lo que hace."

También se detuvieron en actitudes que no favorecen a la relación entre profesores y alumnos:

-"Si es aburrido, no me gusta. Necesitamos acción y estar haciendo cosas que nos gusten".
-"Si humilla o ridiculiza... hace que no me guste nada ese profesor."
-"Que la rutina sea su forma de ser y actuar".
-"Que no resuelva las dudas que pueda tener."
-"Que esté apagado o tenga una calma excesiva".

Posteriormente, ellos mismos me preguntaron que valoraba yo o qué me hacía apreciar a un profesor. Rápidamente, me vinieron personas a la cabeza, aquellos maestros que a lo largo de todos mis años estudiantiles me habían marcado de alguna manera o he podido disfrutar. No puedo olvidarme de Juan Carlos, José o ya como compañero de profesión, un tal Paco (que tío más grande, merecería una sola entrada por todo lo que nos ha dado). Compartí con ellos mis impresiones y realmente, coincidían en todo lo que había salido de sus bocas.

Creo que mi profesión es algo compleja (dicen que cada día más), que tiene que enfrentarse a muchos frentes y que es necesario saber un poco de psicología, otro poco de saber motivar, otro de saber cuidar y escuchar, otro de... Pero lo más importante, lo que más valoro, es que ese profesor me transmita vida. Vida para luchar, vida para ilusionarme por aprender, por transmitir, por imitar, por enseñar a pensar y decidir, por valorarme, por confiar en mí,... por ayudarme a crecer como persona en todas mis facetas.

Una vez concluida nuestra sesión, os traslado el resto de temas que estuvimos valorando antes de inclinarnos hacia este:

-¿Por qué, después de haber tenido una relación entre novios, sale el odio entre ellos?
-¿Qué motivos tenemos para creer en Dios?
-¿Por qué nos da vergüenza hablar de cosas como las relaciones sexuales?
-¿Por qué los niños no tenemos derecho a opinar sobre temas que los mayores sí que pueden?

Respecto a nuestros desayunos, hemos podido degustar unas palmeras de chocolate y coco extraordinarias.




martes, 17 de mayo de 2016

LA PRUEBA DE DIAGNÓSTICO

LA "MARAVILLOSA" PRUEBA DE SEXTO


¡Que bueno es el ritmo de mayo en un colegio! Posiblemente, si tuviera que clasificar un mes como el más frenético en mi centro escolar, marcaría en rojo este periodo. Es un "lujo" ver como van cayendo tareas de todos los frentes posibles, hasta de los que no imaginaba o valoraba que estaban aletargados. En fin, vamos a ello.

Esta semana tengo un asunto que trasladaros y que he tenido la oportunidad de compartir con mis alumnos: la famosa y polémica prueba de sexto. Este momento es algo que nos ha marcado a lo largo de la semana.

Los días 11 y 12 hemos tenido que parar el ritmo de las clases y completar una serie de pruebas externas, procedentes de la Junta de Castilla y León. En ellas, los chicos deben enfrentarse a preguntas relacionadas con ciencia y tecnología, matemáticas y lengua (comprensión y expresión oral o escrita). Respecto a esta situación, hemos tenido la oportunidad de hablarlo y valorarlo en la tarde de ayer y han soltado varias "perlitas" interesantes.

Los chicos han expresado que estaban muy nerviosos desde que les notificamos la realización de la prueba. Muchos de ellos han comentado que han dormido mal en los días previos, que estaban muy sensibles e irascibles, y que en su casa no se paraba de hablar de este asunto, lo que les ha supuesto más carga de presión y tensión en una semana ya bastante compleja. Realmente, me impactó ver cómo estaban el miércoles a primera hora. Sus rostros irradiaban miedo y en la clase había un silencio diferente. Critico abiertamente y no comparto que chicos de estas edades tengan que sufrir una presión de este tipo en esta etapa académica, cuando su única preocupación tendría que ser venir a disfrutar y aprender en una clase, nada más. Bien es cierto que en las últimas semanas se ha rebajado la dureza de la prueba, ya que no tendrá efectos académicos directos en sus historiales, pero no ha sido muy inteligente el planteamiento inicial que se le ha dado. Estoy de acuerdo que haya algunos criterios estatales (me parece hasta algo lógico), que valoren como vamos desempañando nuestras funciones docentes pero jamás con el grado de tensión con el que ha venido acompañada y la presión por la que han pasado los alumnos.

A ellos les hice esta misma pregunta: ¿qué sensación tenéis de este momento? La gran parte de los chicos expresaron que se sentían "intranquilos, ya que aún queda la mitad de la prueba" pero varias de las situaciones que han acompañado les ha facilitado su tranquilidad como "conocer a la persona que les ha entregado las pruebas", "los consejos previos que nos habéis dado", "conocer muchas de las preguntas que iban apareciendo". Otro periodo que han destacado ha sido el inicial porque tenían en su poder los documentos, pero no podían abrirlo (por tener que respetar las indicaciones) o por tener que atender las premisas iniciales. Por último, para acabar de describir su sentir, uno de los chicos añadió que "estoy muy cabreado porque nos ha tocado vivir esta "maravilla" y  tener que pasar por ello".

La segunda cuestión que hemos abordado ha sido: ¿es justo tener que superar estas pruebas?". Las posturas han sido más variadas aunque han admitido que principalmente, al no tener que superar ningún corte, pues les ha generado menos preocupación. Otras reflexiones se inclinaban hacia esto:

-"Creo que se ha gastado papel a lo tonto. Si solo es para ver el nivel, no está bien pensado"
-"Creo que ya están los profes para hacer ese tipo de valoraciones."
-"Si van a medir nuestro nivel, que lo hagan con todas las asignaturas que cursamos, no con las cuatro que han pensado".
-"Me siento presionada por este examen. Creo que hay que cambiar el planteamiento de esta prueba".

Otros argumentos se inclinaban hacia visiones más positivas y menos devastadoras:

-"Es posible que ayude a los profes a ver cosas y tenga alguna orientación más".
-"Es bueno que la gente sepa como estamos y que nivel tenemos".

Quizás, la más optimista de todas y la que más me ha conquistado ha sido la siguiente "perlita":

-"Ya sabíamos esto. Es un reto al que debemos enfrentarnos y superar este desafío".

Me encanta escuchar posturas de valentía y aquellas que se enfrentan a las situaciones que nos van poniendo, por muy adversas (en nuestros niveles, lógicamente) que aparezcan. Sin duda, creo que es el camino y la mentalidad que debemos transmitir. Y si ya sale de ellos, mucho mejor.

Por último, les puse una situación que puede llegar: ¿qué pasa si los resultados son menores de lo esperado o la prueba tuviera un final inesperado? Quizás esta pregunta no ha sido la más afortunada, sobre todo porque cuando la efectué, estábamos en el medio del proceso y alguno cambió su expresión, pero tenía curiosidad en saber que pensaban al respecto. Las primeras intervenciones estaban relacionadas con emociones: se sentirían tristes y decepcionados consigo mismos, por no haber superado algo así. Realmente, es la frase que más salió en las primeras seis o siete aportaciones. Luego añadieron otros compañeros que supondría un bajón para ellos, pero que a la par, "sería un estímulo para reaccionar y mejorar de aquí a final de curso", "tendría que trabajar más de lo que he hecho hasta ahora"o "tendría que ponerme las pilas". La frase más lapidaria fue "me sentiría fatal porque me decepcionaría a mi mismo y sobre todo, a mis padres, les habré fallado". Hubo un silencio corto después. Varios asintieron con la cabeza y se unieron a este manifiesto. Es algo que pasa cada vez que cometemos un error académico: nos duele más fallar a los nuestros por ver cómo se sentirán o reaccionarán que por nosotros mismos. La presión fundamental nos la autoimponemos porque no queremos defraudar a los nuestros y eso, en este tipo de pruebas, nos hace caminar cuesta arriba. 

Como educadores, ya sean padres o docentes, valoro que tenemos un papel fundamental en este tipo de momentos, y no deberíamos dejar de enviarles mensajes de confianza, apoyo y acompañamiento en su proceso, independientemente de los resultados que obtengan, porque estoy convencido que ellos lo hacen de la mejora manera posible: ¡nadie hace algo mal porque quiere, nos encanta superar los retos y salir victoriosos de lo que sea! Por otro lado, esa cercanía debe provocar también un estímulo de superación, de no conformarse con poco, de hacerlo lo mejor posible y de luchar por cada prueba que nos pongan por delante (estoy un poco "cholista").

Ahora ya solo nos queda esperar la llegada de las "maravillosas pruebas". Paciencia....