Rinconesenlared

jueves, 1 de diciembre de 2016

¿DISCIPLINA EN LAS AULAS?

¡¡¡Ufff como está el ambiente!!! Percibo que en las últimas semanas tenemos un clima de convivencia cargadito, así que como para aburrirse. Los chicos empiezan a estar cansados, saltan muchas chispas en las diferentes relaciones, se muestran irascibles, se aprietan los puños más de la cuenta, cualquier gesto o comentario molesta,... Parece algo catastrófico, pero no es muy diferente a los años anteriores por esta época (y eso que lo bueno está por llegar todavía).

En varios círculos del colegio, ya sea a nivel formal o informal, posiblemente con la intención de poder desahogarnos, hemos tratado este tema y muchas de nuestras conversaciones docentes se acercan a ésto. La mayoría de las conclusiones que hemos obtenido es que falta disciplina y que debemos tomar medidas. Y después de escuchar a muchos de mis sabios compañeros (me refiero en el sentido literal), les otorgo gran parte de razón.

La disciplina como tal ha estado siempre presente en las clases. ¿Quién de nosotros o de nuestros padres o abuelos no pueden contar anécdotas de su experiencia en la escuela? La regla de madera como "elemento educativo", "palmaditas" en los rostros, humillaciones públicas, los famosos capones, libros en las palmas de la mano y con la espalda recta,... y miles y miles de ejemplos bochornosos que hemos ido corrigiendo y censurando en nuestra profesión (todavía me acuerdo de varias escenas lamentables que presencié como alumno con aquellos "antieducadores").

Ciertamente, este concepto ha ido evolucionando (menos mal) y hemos pasado del "jarabe de palo" a un diálogo unidireccional y al aplicar una serie de consecuencias (aunque muchas veces queda solamente en la primera fase). Hoy en día, muchas de nuestras actuaciones se centran en una reprimenda y en alguna ocasión, alguna sanción posterior (algún recreo, ser apartado algunos minutos o salir un poco más tarde). Y pienso que solo con hablar y expresar no es suficiente. Esta afirmación conlleva a un debate interesante: Castigos ¿a favor?, ¿en contra?...

En primer lugar, considero que nuestros chicos necesitan conocer y aprender los efectos de cada una de las decisiones actitudinales y comportamentales que toman en su día a día. Si soy capaz de evidenciar una actitud buena hacia los demás, las consecuencias serán positivas: tener amigos, crear buenas relaciones, jugar con otros, crear confianza,... En cambio, si no cuido ese comportamiento frente a los otros (ya sean padres, amigos , compañeros o profesores), tendrán un efecto completamente diferente. Y nosotros, como educadores que somos, debemos reafirmar las que consideramos positivas, y corregir y reeducar aquellas que no le van a resultar beneficiosas para su propio desarrollo. Hasta ahí, no creo que haya muchas discrepancias.

En segundo lugar, valoro que hay ciertas conductas que deben ir acompañada de una consecuencia (aquí puede empezar la controversia) y como dice nuestro coordinador de convivencia, reparar aquellas contrarias a la norma.Por desgracia, en muchos de los casos, solo aprendemos a base de palos. Y para comprender, necesitamos llevarnos palos (podemos reflexionar en nuestra experiencia personal y de cómo hemos ido progresando o abriendo los ojos en muchas ocasiones). No es lo ideal, soy consciente, pero parece que es la forma más eficaz. A su vez, creo que deben ser acciones que despierten sensibilidad hacia los demás (trabajos sociales) y que nos ayude a ponernos en la situación del otro (trabajo de la empatía) cuando yo cometo una infracción.

En tercer lugar, me remito a un discurso que he repetido en varias ocasiones en las reuniones generales de familias: padres y profesores debemos ir de la mano. En caso contrario, la partida está perdida por parte de ambos. Como educadores que somos (los dos estamentos), buscamos lo mejor para cada chico y debemos acordar y acercar posturas para buscar la mejor decisión y que los hijos-alumnos vayan aprendiendo a desarrollar su competencia ciudadana hacia todos los estamentos con los que se relaciona. Quizás este último argumento es el que más nos cuesta. Es fácil tildarnos de enemigos, es complicado evitar los juicios o el miedo a ser juzgado o cuestionado en cada encuentro, es embarazoso el asumir los errores de nuestros hijos-alumnos o los propios,... pero nuestra fuerza está en las alianzas y sin esta coalición, perdemos gran parte de nuestro potencial educativo. Y si no hay acuerdos... no lograremos lo que perseguimos, que el chico/a aprenda y mejore (de esos se trata la educación).

Considero que nuestros alumnos deben convivir en un ambiente donde haya disciplina y que aprendan a convivir respetando a otros. No hablo de una disciplina militar (con todos mis respetos y sin menospreciar ese estilo), hablo de una forma de convivencia en el aula basada en el respeto hacia todo lo que me rodea, y con acciones que ayuden a comprender y asimilar ésto. De esta forma, creo que saldremos ganando todos. 

Para acabar, recomendaros la lectura del blog del Juez Calatayud (no es la primera vez), pero es que habla tan claro... http://www.granadablogs.com/juezcalatayud/ Me voy a descansar que ya se me ha acabado el repertorio de Coldplay. 

1 comentario:

  1. Yo lo resumiría en un respetar los derechos y los deberes de los demás y contribuir al buen desarrollo del proceso de enseñanza aprendizaje.

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