LA CAJA SORPRESA
Después de una semana difícil, ya que el grado de exaltación, nervios y alboroto van en aumento, hemos disfrutado de una sesión diferente. Hoy tenía pensado plantearles una situación de partida, y empezar a razonar cada uno de los argumentos. Basta ya de quejas, negatividad, problemas,... vamos a centrarnos en otros asuntos, momentos que nos nutran y no nos hagan perder tanta energía.
Disfrutamos de un rato para tranquilizarnos, bajar a dar una vuelta por el patio (teníamos examen de matemáticas), despejarnos, y al subir a clase de nuevo, nos hemos encontrado con algo misterioso justo en el centro de la clase. Estaba situado encima de mi mesa supletoria, envuelta en un papel rojo con lunares negros y era de un tamaño pequeño. Al situarme justo en la entrada del aula, puede ver sus rostros a medida que iban entrando y situándose en sus lugares correspondientes. Pude ver expresiones que comenzaban a conectar con el interior,sobre todo con ese objeto, al que no dejaban de centrar su atención, y el nivel de misterio iba aumentando a medida que nos íbamos sentando. Fue sencillo empezar, ya que estaban inquietos por ver que podía ser eso.
Comenzamos haciendo un ejercicio muy práctico que a cualquier chico/a le encantaría: adivinar el contenido de la caja. Empezaron a salir cientos de ideas sobre lo que podía ofrecer su interior: desde un móvil hasta vasos, altavoces de móvil, papeles con sus nombres, globos,... Incluso cualquier idea abstracta contaba en esta tarea inicial
Aún sin descubrir su contenido, les volví a formular una segunda pregunta: ¿si fuera para vosotros, que os gustaría encontraros (razonándolo, lógicamente). Fueron interviniendo muchos de ellos y cada cual nos sorprendía con su "regalo perfecto", enmarcados en aparatos tecnológicos (móviles, juegos, relojes de último modelo,...) o aspectos materiales. Me sorprendieron dos intervenciones: una de ellas tenía que ver con fotos. Fotos personales, con gente querida, con momentos inolvidables,... "eso es lo que más me gustaría porque seguro que me emocionaba y me ponía a llorar... ¡de alegría!". Quizás esta declaración facilitó que el resto de los que nos encontrábamos en la sala pudiéramos buscar algo más en nuestro interior y empezar a conectar con nosotros mismos. La otra intervención ponía en entredicho lo que estaba planteando, porque se intuía que las respuestas habituales no eran las correctas y tenían que darle la vuelta a lo que yo estaba preguntando, por lo que sugirió que "no se esperaba nada de esa caja, que tenía que estar vacía, para eso lo has puesto ahí".
Llegó el momento de descubrir el papel que rodeaba a ese objeto. Varios de los muchachos se pusieron de pie para verlo cuanto antes. Lentamente, pude enseñarles dos elementos: una postal con unas letras (De... para...) y una caja cerrada. Aquí empezó mi tercera pregunta: si ellos recibieran esa postal, ¿de quién les gustaría recibirla y que tendría que poner? Varios quedaron en silencio intentando plantearse la pregunta y pronto se lanzaron a intervenir y compartir.
Prácticamente todos señalamos que nos haría ilusión que fuera personas cercanas y queridas, gente que respetamos, que nos acompaña diariamente o que sentimos a nuestro lado. También argumentamos que nos encanta que nos escriban y nos recuerden que somos importantes para alguien, que necesitamos esos mensajes de vez en cuando, y que si esos textos reflejan la expresión de sentimientos, nos emociona.
Para finalizar la dinámica, puse en una balanza la importancia de los dos elementos en el regalo inicial: ¿qué es más importante, un sobre o tarjeta" o un objeto? Fue una pregunta sin respuesta, de esas que cada uno tiene que ver a que le concede importancia, de esas preguntas que no les gustan mucho,... quizás porque yo no puedo dar una respuesta.
Nuestra sesión acabó justo cuando ellos me preguntaron que hubiera querido recibir yo, o que me encantaría leer en esa tarjeta. No sé si hubiera sido capaz de compartir mis emociones (sería injusto viendo cómo lo hacen ellos) pero tengo clara esa respuesta, cada día más. La verdad es que ha sido un momento "mágico" para nuestra clase y muy especial, y me encanta ver como aprendemos a sincerarnos los unos con los otros, perdiendo el miedo a expresar lo que sentimos y aprendemos a respetar lo que sienten los demás, naturalizando esas sensaciones.
Por otro lado, el viernes pasado retomamos uno de nuestros preferidos de la semana. Esta vez dejaron de lado los postres y nos presentaron una pizza escandalosamente buena. La verdad es que ha sido novedoso y nos encantó a todos el poder probar algo diferente para desayunar. Espero que se sigan animando, porque nos vienen muy bien este tipo de detalles y cuidados los unos con los otros. Y yo debo ser el primero en dar ejemplo, trayendo algo.
Respecto a nuestro rincón de asamblea, las cuestiones que han querido reflejar son:
-¿Para qué sirve la violencia?
-¿Por qué la gente fuma?
-¿Puede ser detective un esqueleto?
Ahora, me toca pensar en la próxima semana. Es posible que el día de la PAZ (viernes) tenga algo de especial. Por último, dedico esta entrada a Polanquito, inspirador de esta dinámica en mi clase y un habitual creador de tarjetas mágicas. ¡Gracias!