Rinconesenlared

jueves, 21 de enero de 2016

IRASCIBILIDAD


Define la RAE este término (irascible) como alguien que es propenso a la ira. Otras instituciones o espacios digitales lo completan como la persona que tiende a enfadarse o irritarse. Pues bien, éste es el momento en el que nos encontramos en mi clase: estamos hipersensibles y una gran parte de nuestro día a día nos molesta, irrita o enfada. Cualquier gesto, comentario o indicación está acompañada de una gran carga emocional, más bien inclinada a las connotaciones negativas. Me sorprende que aún no haya acabado enero (quedan once días) y nuestros chicos estén tan sensibles ¡es maravilloso!

Hoy miércoles, hemos tenido nuestro momento de asamblea y la hora de Filosofía. Allí han aparecido muchas cuestiones que han surgido a partir de diferentes conflictos o situaciones que han ido destacando en estos tres días de clase,

La primera cuestión que hemos abordado tiene que ver con el nivel de exigencia que ejercemos los profes sobre nuestros alumnos, es decir, ellos. Reconocen que no son situaciones cómodas, y que les cuesta asimilar, sobre todo si los mensajes que les lanzamos no son muy constructivos (algo que hablábamos ya la semana pasada). Pero entienden que busquemos lo mejor de ellos, y que eso supone cuestionar y cuestionarles los productos que van elaborando en los diferentes momentos de clase, ya sea un texto, un dibujo una intervención o una representación. Incluso algunos, al lanzarles este tipo de mensajes, se plantean: "¿no interesamos a los profes que siempre nos piden cosas?"  Uno de los temas que más vamos aparcando es el aprendizaje hacia la cultura del esfuerzo. Valoro que vivimos en un momento en el que la superación no es un valor habitual (consiguen con cierta facilidad algunas de sus pretensiones) y pienso que ésto descoloca a nuestros chicos: exigir por hacerlo mejor no se comprende bien. 

Otro asunto que hemos abordado es un espacio habitual en clase: ¿por qué los profes no resolvemos todas las cuestiones que plantean en clase? Sinceramente, esta pregunta me ha sacado una sonrisa que han sabido conectar rápidamente. Tras exponer diferentes momentos dónde ellos tienen cuestiones y no son resueltas, se ha establecido un debate muy enriquecedor, apareciendo frases como "¿hay preguntas buenas y otras malas?", "¿existen las preguntas tontas?" o ¿por qué voy a preguntar cosas que son para mí y que me parecen absurdas?".

Nada más plantearlo, me ha venido a la mente una frase que suelta una profe fantástica, que ante este tipo de momentos, contesta a sus chicos diciendo "¿Tú te crees que yo soy Google?". Mi turno de réplica ha sido variado y he tenido que intentar justificar cada una de sus acusaciones: desde que no somos los conocedores de todo lo que se plantean o ven, o también, hacerles ver que hay veces que no nos "queremos" entretener mucho para acabar los malditos temarios. Ellos también argumentan que no todas las preguntas que van apareciendo en sus cabezas son adecuadas al contexto (una pena, ya que la clase ganaría en más calidad y no tanto librito) que estamos tratando o que el propio miedo por desviarse del tema les invade e impide comentarlo con los demás. Me encantaría que se sintieran con la libertad absoluta de plantear temas, trabajos, dudas, cuestiones,... y que yo fuera capaz de enfocar ese contenido "interesante" en un aspecto curricular, motivante, espontáneo,...

El resto de la asamblea se ha centrado en quejas hacia la dinámica general. Empiezo a darme cuenta que vivir en la queja constante nos frena en nuestra convivencia y debo buscar la manera de salir de ahí y transformarlo en positividad o en ganas de tirar hacia adelante.

El momento más impactante de la semana ha sido en la clase de Religión. Con vistas al día de la Paz, vamos a realizar un proyecto de comprensión y nada más anunciárselo sus caras volvieron a cambiar y a transmitir alegría e ilusión por aprender. El viernes les comentaré detenidamente las diferentes partes del proyecto. Veremos como se desarrolla pero ya solo con cambiar el trabajo habitual, los grupos de trabajo, sacar nuestro famoso "Ipud" (un cilindro con bolas de bingo para hacer algunos sorteos o asignar grupos aleatorios)... les encanta.

Otro instante que acabo de recordar ha sido una conversación que he mantenido con un grupo en una clase de Lengua. Me llamaron para resolver la definición de una palabra y la conversación derivo en... ¡sentimientos! Me agradaron tanto los cinco minutos que estuve hablando con ellos del tema... Me resulta complejo entender cómo tienen inquietudes cada día más intensas hacia este "contenido". Cada día tengo más claro que no es suficiente lo que estoy haciendo al respecto, y que no estoy cubriendo un aprendizaje que me están solicitando a gritos, tan solo unas experiencias breves y algunas pinceladas. Puede que sea mi próximo trabajo estrella.

Como es habitual, os dejo las cuestiones que han plasmado en el rincón correspondiente (aunque han estado poco receptivos para lo que suelen reflejar):
-¿Todo es posible?
-¿Cómo podemos aprender a identificar nuestros sentimientos?

Para acabar, esta semana vuelve el momento de desayunos compartidos. Comenzamos ronda y parece que tienen ganas de superar los resultados del primer trimestre. Os lo contaré la próxima semana. Ahora, me centraré en la "lucha" diaria de estas hormonas con patas.

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