Rinconesenlared

miércoles, 2 de marzo de 2016

LA RELACIÓN CON NUESTROS PADRES


En primer lugar, quería agradecer los comentarios que van llegando sobre el blog. Nunca pensé que un pequeño rincón daba para hablar en determinadas ocasiones y me ha sorprendido la difusión que está alcanzando entre amigos, compañeros y familias. También me agradan las diferentes felicitaciones o críticas, y sobre todo, el apoyo que me he ido encontrando. ¡Gracias!

Seguidamente, debo aclarar un tema que me vais preguntando. TODAS las reflexiones, preguntas o escenas que intento reflejar aquí parten de los chicos y de sus argumentos. Tan solo, interpreto lo que ellos exponen en el contexto del aula y comparten con sus compañeros. Puedo asegurar que no me invento nada de lo que dicen, y creo que el tener este espacio, y el entrenamiento de estas sesiones, les permiten avanzar en sus razonamientos y en sus expresiones, por difícil de creer que parezca.

Una vez dicho esto, me pongo con la sesión. Nuestra temática de hoy se ha centrado en los padres, pero en esta ocasión, desde un punto de vista abstracto, aunque luego lo hemos concretado en aspectos cotidianos.

La pregunta de la que hemos partido ha sido la siguiente: "Si nuestros padres no hubieran tenido hijos, ¿nosotros seguiríamos estando aquí siendo como somos y con nuestra misma forma de pensar?". Nos costó poder comprender el sentido de la pregunta y para ello, nos explicaron el origen de la inquietud. Nos informó diciendo que tras una conversación con una hermana mayor en su casa, se planteó que sería de cada uno si cambiara la situación actual en la que vivimos.

Las primeras respuestas reflejaban las mentes inmaduras e infantiles que aún predominan en sus cuerpos de pre adolescentes. "Yo lo explicaría como que las personas estamos en un tubo, y que cuando llega nuestra hora, nos asignan a una familia" o "yo creo que mi actitud y forma de ser hubiera cambiado si perteneciera a otra familia o país" fueron las primeras reflexiones. Rápidamente, se unieron los chicos más "analíticos" expresando que en "nuestra forma de ser influían varios aspectos como la genética o el ADN", "las actitudes de nuestros padres", "la educación que han recibido o que recibimos", "la imitación y repetición de actitudes de nuestros padres",... y todos ellos concluían que, una vez expresado esto, serían muy diferentes a lo que realmente son hoy. Realmente, ellos van adquiriendo dos tipos de formación de forma notable: la académica y la familiar. pensamos que no son conscientes de muchas de las cosas que ocurren en casa o en clase, pero son verdaderas esponjas hacia todo lo que hacemos los adultos, para bien y para mal. Me recuerda un vídeo que he visto hace tiempo y creo que no puede ser más acertado (https://www.youtube.com/watch?v=fdRcdR77uao).

La segunda cuestión que ha surgido a partir de esta conversación inicial fue si pertenecíamos a nuestros padres. Los razonamientos se atascaron por momentos, y de un sí contundente y global fuimos pasando a "en ocasiones". Los chicos expresaron, en su mayoría, que eso era cierto porque si se hacían daño, sus padres tenían que cuidarlos; o "porque como somos poco útiles ante la sociedad ya que no sabemos hacer muchas cosas, son nuestros responsables", y que "resulta imposible ser independientes a nuestra edad, por lo que nos tienen que cuidar". Pienso que la mayoría no ha sido capaz de distinguir dos términos que están relacionados pero que no guardan el mismo matiz: pertenencia y responsabilidad. Las últimas intervenciones se han acercado más a mi punto de vista. Señalaban que no pertenecen a nadie, solamente a ellos mismos. Tenía que dar explicaciones en muchos momentos pero que realmente, su vida les pertenecía aunque estuvieran sujetos a sus padres a cada segundo. Añaden que con el paso del tiempo, tendrán que ir aumentando su poder de decisión y que se están preparando para ello (¡impresionante!).

La tercera pregunta que les hice, ya con cierta maldad, fue lo siguiente: "puesto que muchos valoráis que pertenecéis a vuestros padres, ¿informáis a vuestros padres de todo lo que os sucede, pensáis o sentís?". Fue la parte que más me ha interesado preguntar, ya que el propio debate nos llevó prácticamente a este punto. Una vez me vi en esta situación, valoré que era un momento adecuado para saber cómo ven la relación con sus padres y si con las conversaciones que tienen se cubren todas sus necesidades formativas e informativas. Señalaron que con ellos hablan temas importantes, si sufren agresiones, asuntos que les pueden preocupar o dañar,... y señalaban también, que les gusta hablar porque les ayuda a entender diversas situaciones. Respecto a los asuntos que no comentan en casa, empezaron a sacar sonrisas picaronas y miradas que me decían: ¡a ti te lo voy a decir!. El tiempo no permitió profundizar en ello pero añadieron que no eran capaces de contar todo lo bueno ni tampoco todo lo malo que les sucede, no cuentan cosas que les agradan, ni temas incómodos, ni conversaciones que les hagan caer en broncas, ni temas "tabú" que impliquen en sus padres risas o caras de susto por sacar estos cuestiones.

Valorando esta sesión, sobre todo la última parte, considero que el diálogo con nuestros hijos o alumnos es fundamental. Entiendo que es un mal trago en primer momento para todos: no sabemos cómo empezar, aparecen miedos, sudores, temblores,... ¿será pronto?, ¿me habrá entendido?, ¿estaré haciéndolo bien?,... Pero es indispensable crear estos espacios. Si los generamos, ganaremos en confianza, en asimilar o aprender información no distorsionada, en normalizar cada asunto que nos rodea, en aprender ambas partes sobre cualquier tema,... en crecer conjuntamente.

Las cuestiones que han reflejado los chicos en el espacio de la asamblea han sido:

-¿Por qué la gente muere?
-¿Qué motivos tenemos para creer en Dios?
-¿Por qué cuando alguien se enfada saca su furia contra alguien que no ha tenido la culpa?
-¿Qué es la amistad?
-¿Es posible no pensar en nada?

Respecto a nuestra dinámica semanal, dos alumnas nos deleitaron con unos postres riquísimos que pudimos degustar: palmeras caseras y trufas de Oreo, acompañado de un bizcocho casero que tuve que llevar (ya valía que mis chicos no comieran nada y yo venga a ponerme morado con lo suyo).



Cambiando de tema, a lo largo del día ha salido en la prensa la lista del los mejores colegios de España a nivel privado o concertado (http://www.elmundo.es/mejores-colegios.html) y ha sido un aspecto que he hablado o presenciado en varios de los círculos en los que me he movido, ya sea en el colegio, con amigos o en las redes sociales. Estos han sido los criterios que se han utilizado a la hora de llegar a esta baremación final (http://www.elmundo.es/mejores-colegios/2015/03/09/54fd6686268e3ec94b8b456f.html). 

Una vez leídos los dos artículos, y sin quitar méritos a nadie, me parece un tanto absurdo el tener que comparar centros solo por cuidar una imagen o promocionar una marca determinada. Lógicamente, cada centro busca sus estrategias para reclamar la atención de familias o alumnado, que tiene su mérito (y mucho) el aparecer en este tipo de listados y que hoy en día, hay una competitividad en todos los ámbitos y sectores profesionales, demostrando que se está a la altura y que se ofrece calidad ... Pero a pesar de todo esto, no me entra en la cabeza. Habría que tener en cuenta el contexto donde se trabaja, los medios económicos, recursos, viabilidad de la institución o empresa, tipo de alumnado y nivel socio-económico de las familias,...

Yo creo que el triunfo de la educación está en los diferentes modelos educativos que se ofrecen en función al tipo de alumnado que tenemos, en las especialidades que ofrecen en cada centro (que todos las tenemos y que las explotamos como podemos), en generar experiencias de aprendizaje para nuestros chicos que sean eficaces y se centren en su mejora y progresión, en la educación integral de los alumnos, en la adecuación de medios y metodologías al contexto en el que se trabaja, en la inclusión de todos los alumnos sin formar guetos o grupos marginales, en fomentar el interés del alumno por aprender, en ayudar a desarrollar sus diferentes competencias, en generar un ambiente propicio de convivencia,... Y todo esto no lo aporta un solo centro: lo aportamos TODOS de forma conjunta.

Puede sonar a discurso de "perdedor" de la lista de 100, o a pataleta profesional, pero desde luego, no es mi intención. La educación no es una competición, al menos para mí, y cuantas energías podríamos dedicar en el alumnado si pudiéramos centrarnos en lo que realmente importa: el alumno y su desarrollo.



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