Rinconesenlared

miércoles, 23 de noviembre de 2016

LOS SUSPENSOS


El pasado domingo estuve viendo el programa de Salvados, de Jordi Évole. Hasta ahora, no he sido un fiel espectador y me apuntaba solamente a ver aquellos que reclamaban mi atención, momentos muy puntuales. Pero últimamente, me estoy enganchando a este tipo y al estilo que vende.

En esta ocasión, la retrasmisión se centraba en los alumnos y en la visión que tienen sobre su situación escolar y como es lógico, nada más ver las primeras promos, sabía que podría sacar algo interesante. Estuve "retuiteando" algunos de los titulares que iban apareciendo o aportando mi visión sobre los mismos temas. Hasta ahora, una situación muy cotidiana en mi rutina.

El momento clave ha sido esta mañana (parece que los astros se alinean y me iluminan justo el día que me siento a escribir) donde una profesora de mi centro, a la cual admiro mucho por su forma de transmitir y por su amplia trayectoria profesional, me ha parado unos segundos y me ha dicho: "el otro día vi la frase que has compartido y me ha hecho pensar... y mucho. Que sepas que sigo dándole vueltas". La frase a la que se refería es esta:

“Hay que redefinir el fracaso escolar. En cada alumno que fracasa, hay un adulto irresponsable” Gabriel  @jordievole

Este enunciado lo soltaba alegremente el director del centro que salía en el programa. Y como me decía mi compañera esta mañana, es una sentencia compleja, difícil de asimilar, pero que me remueve por dentro ya que considero, lleva una gran parte de razón.

El asunto de las calificaciones, los aprobados y los suspensos están a la orden del día en cualquier centro escolar (o al menos, en la gran mayoría). Muchas veces las "culpas" de los resultados recaen sobre los alumnos o sobre los propios profesores: que si lo he preparado mucho, que si me han puesto lo que ha querido el profesor de turno, que si no te has esforzado para aprobar, que vaya examen,... Pero, para empezar, creo que este planteamiento requiere hablar de responsabilidades, nunca de culpas.

Posiblemente, lo que voy a argumentar tendrá muchos detractores y puede abrirme hacia muchas críticas, pero cada día estoy más convencido que el profesor es un agente fundamental ante el éxito o el batacazo del alumno. Coincido que esa responsabilidad de la que hablaba, debe ser repartida entre tres pilares: el propio alumno, el centro-profesor y la propia familia, pero sin lugar a dudas, al menos para mí, somos los principales apoderados de los procesos de aprendizaje y los resultados de los chicos.

Indirectamente, cuando hay un alumno que saca buenos resultados, o una clase obtiene un alto número de calificaciones elevados, mentalmente nos ponemos medallas y destacamos nuestros méritos docentes. En cambio, esto cambia cuando tenemos que hablar de los resultados más bajos. Es fácil echar balones fuera: no estudian nada, no atienden, no se interesan por nada,... Frases que nos permiten relajarnos y estar tranquilos con nosotros mismos, pero... ¡TAMBIÉN SOMOS RESPONSABLES!

Como docentes, considero que somos los encargados de buscar la ruta adecuada de aprendizaje para cada alumno y que estudiando las diferentes posibilidades, cada alumno debería alcanzar una serie de logros y objetivos. Es cierto que es algo muy costoso y que es muy complicado viendo la cantidad de tareas a las que nos tenemos que enfrentar y el gran número de alumnos con los que hay que lidiar (pienso en profesores que trabajan en muchas clases a la vez), pero nosotros debemos adaptarnos a los chicos y no los chicos a nosotros, en cuanto a la forma de aprender se refiere.

De esta forma, acabaríamos (al menos, en una parte) con ciertas barreras que vamos generando en el aula:

-La autoestima: todas las personas tenemos mucho interés en sentirnos bien con nosotros mismos y en lograr los diferentes retos que nos pongan por delante. El hecho de ir superando metas, nos permitiría aumentar nuestra propia percepción, ya que nos veríamos capaces de ir alcanzando los desafíos que nos pon.
-El aprendizaje: no todos aprendemos ni somos de la misma forma, por lo que implicaría una comprensión mayor de las peculiaridades y particularidades de cada persona.
-La motivación: el hecho de sentirnos útiles, nos permite "abrir el apetito" hacia otras situaciones más complejas y plantarnos con ganas hacia otros contenidos.
-La relación profesor-alumno: el hecho de adaptarnos a los diferentes perfiles, implica el acercar posturas entre los dos niveles y mejorar la percepción de los chicos hacia nosotros.

Todo esto es muy complejo, es un desafío desorbitado, es algo utópico, muy descerebrado, imposible... pero "I have a dream" (M. Luther King)




jueves, 17 de noviembre de 2016

Y LLEGÓ VOLDEMORT!!!

¡Qué sensación más extraña tengo últimamente! Ya lo comentaba la semana pasada, pero hoy, me está costando mucho más de lo normal el sentarme a escribir. Espero que solo se deba al cansancio, porque es una situación un tanto incómoda. Con lo que disfruto de este momento... 

Hoy quisiera compartir dos situaciones. El primero se centra en un momento puntual de clase que vivimos esta mañana y el segundo, el tema principal de esta reflexión.

En primer lugar, algo que tiene que ver con la entrada que subí la semana anterior. Continuamos con el proyecto de "Cambiemos el mundo" (se está haciendo muy lento el hecho de trabajarlo solamente una hora a la semana) y hoy debían empezar a realizar carteles sobre los derechos humanos (esta semana estamos trabajando los derechos de la Infancia a nivel de centro). Una vez expuesto el trabajo inicial y las pautas que debían seguir, han vuelto a preguntar algo relacionado con el estilo: ¿puedo pegar fotos?, ¿puedo colocar...? y ahí he interrumpido rápidamente a un pobre chico. Les dije claramente, que una nueva norma debía surgir en nuestro trabajo: ¡somos libres para hace/deshacer, colocar, colorear,... todo lo que tengamos que presentar! A partir de ahora, les he "prohibido" (palabra muy fea que aparece fácilmente en una clase) que el profesor, es decir, yo, les vaya a decir cómo deben organizar sus trabajos. Ha llegado el momento de no ser partícipe de cuadricularlos a todos y de tener un espacio en el que ellos mismos vayan tomando esas decisiones. Me ha encantado ver sonrisas justo al decirlo (reconozco que en clase hay veces que me paso de teatrero). Si no lo planteara así, creo que me estaría convirtiendo en un auténtico hipócrita... 

La segunda idea que quiero compartir es el nuevo trabajo en el que me he comprometido. Creo que va a ser un proyecto muy especial y del que tengo muchas ganas de sentirme partícipe y colaborar lo máximo posible. La semana pasada os adelantaba que un tal "Señor Maligno" iba a cruzarse en mi camino y que estaba maquinando algo especial. Y la verdad, que el tío lo ha pensado tanto que ha tenido una idea muy brillante.

Señor Maligno es un alumno que estuvo en mi tutoría el año pasado y este año dio el salto de etapa (secundaria). Pensando bien en su apodo, creo que este nombre no le favorece. Ya que es un amante de Harry Potter, le quedará mejor el nombre de Voldemort (seguro que le gusta más). Describiría a este chico como un amante de los libros, con un gran sentido crítico y con unas ganas locas de aprender y profundizar en todo lo que se le pase por delante, cualidades poco habituales hoy en día entre el alumnado. Tengo la suerte de compartir varios espacios con él a pesar de estar en etapas diferentes (ventajas de un colegio que empieza en Infantil y acaba en Bachillerato), y sobre todo, en la asociación de tiempo libre que tiene el centro: MarCha (este nombre daría para treinta entradas).

Este verano coincidimos en un campamento que organizamos en Tui (lugar mágico de la provincia pontevedresa y limítrofe con Portugal) y allí, tras compartir varios diálogos y conversaciones en nuestros tiempos libres, apareció su primera propuesta: tenemos que hacer algo juntos, un blog donde los dos trabajemos a la par, codo con codo. En ese momento, me hizo tanta ilusión, que empezamos a desvariar y estuvimos pensando en formatos, contenidos, estilos,... Aparecieron los temas como el fútbol (pasión que tenemos en común), revivir unos rincones de clase pero en la red (lugar de expresión sobre lo que sucede en una clase) temas de actualidad,... pero no dimos con algo que nos ilusionara firmemente. Lo más sencillo que nos hubiera resultado hubiera sido el trabajar la opción del fútbol pero si llegamos a tirar por ese camino,... igual nos "matan" en nuestras casas (más en la mía que en la suya, por perder el tiempo con esa temática).

A lo largo de estos meses, cada vez que nos cruzábamos por los pasillos o coincidíamos en los intercambios de nuestras clases, me lo recordaba. Y lo que comenzó como "un amor de verano" (una promesa que suena maravillosa pero casi siempre queda en el olvido o que muere en las intenciones) se ha ido convirtiendo un argumento de peso para trabajar en lo académico. La semana pasada le pedí que enviara formalmente su idea y que le diera forma, que me lanzaba a acompañarlo en este proyecto novedoso.

Su idea es la siguiente: "tener un lugar común para reflexionar sobre las noticias que están asaltando el mundo. Me parece animado para los lectores y para nosotros poder poner dos puntos de vista diferentes como son el de un adulto y el de un niño. Temas que nos impacten personalmente o que nos puedan preocupar o interesar,..." No está nada mal el planteamiento que hace como punto de partida. Un poco de vértigo sí que siento, no os voy a engañar. Pero el poder fusionar el análisis de un alumno y de un profesor que intercambian posturas, visiones y experiencias... valoro que tiene un potencial tremendo. Estoy convencido que este cometido me ayudará más a mí que a él (a ver si consigue fracturar poco a poco el hermetismo que me caracteriza).

En los próximos días, compartiremos nuestro nuevo rincón digital para ver cómo se nos va dando esta experiencia tan innovadora (al menos, para mí). Tengo muchas expectativas sobre este nuevo proyecto y creo que me nos va a resultar muy beneficioso a los dos. Como diría en algunas de las reuniones que coordino: "lo vamos viendo"...





jueves, 10 de noviembre de 2016

¿PUEDO USAR COLORES?


Mira que estaba estancado y dándole vueltas a la cabeza sobre que detenerme a escribir hoy. Lo he tenido delante a lo largo de las dos primeras horas de clase de esta mañana y no he sido capaz de darme cuenta hasta que no me he puesto a apuntar mis tareas en mis típicos papeles y apuntes, donde voy anotando lo que tengo que hacer cada día. Nada más empezar a escribir y utilizar algún que otro color, he sido consciente sobre lo que quería analizar.

Hoy hemos seguido con el proyecto CTM (más adelante, desvelaré las siglas) y hemos estado haciendo un mapa mental, una técnica de trabajo que hoy en día está en auge, o al menos, eso nos comentan. Un tipo de preguntas que más me ha acompañado mientras estaba pasándome por las diferentes mesas ha sido algo parecido a esto: ¿de qué color pongo el enunciado?, ¿y esa respuesta?, ¿puedo utilizar colores para el título?, ¿puedo inclinar el cuaderno para que me entre mejor?... Quizás, son frases muy normales y no digan mucho pero realmente, valoro que esconden algo. Hace tiempo que me replanteo cómo enfocamos con los chicos los trabajos diarios en los diferentes documentos que van elaborando. También, las inseguridades que provocan nuestros métodos en algunos momentos y en su toma de decisiones.

Por un lado, pienso que no dejamos que los chicos se expresen libremente ante un folio. Constantemente, ordenamos que hagan las formas de una determinada manera, remarcamos los colores que deben estar presentes en los documentos (azul, negro y poco más), les decimos el lugar exacto donde tienen que colocar los rótulos correspondientes, incluso las propias hojas de trabajo son cuadriculadas (para bien y para mal). Encima, en algunas reuniones de profesores, discutimos si es más apropiado un color u otro, o que no haya ninguno siquiera, pasando por alto otros aspectos más importantes.

Me estoy convenciendo de que este planteamiento no es la fórmula ideal. Creo que es necesario que nuestros alumnos reciban algunas indicaciones y orientaciones sobre cómo diseñar un documento formal, cuales son las recomendaciones más plausibles, pero a la vez, también pienso que no es muy adecuado cercar todo su trabajo, que no les permitamos salir de esa idea que les vamos creando. Deberíamos dejarles crear, componer, probar diseños, expresar en los cuadernos aquello que pasa por esas  ingenuas y geniales cabezas, y que lo plasmen en sus propias producciones. ¿No será más entretenido abordar contenidos de lengua o matemáticas con un formato propio? Dotar de libertad el diseño de sus tareas, les ayudaría a sentirse más cómodos con esos trabajos tan rutinarios que deben sacar hacia adelante cada día. Y seguro que puede convertirse en un motivo más para potenciar sus responsabilidades, con un grado de motivación mayor. ¿Te imaginas una clase que elabore documentos como éstos aunque aborden una temática común? https://www.40defiebre.com/50-ejemplos-curriculums-originales/

Por otro lado, dejando ya el tema del diseño y el desarrollo de su creatividad (aunque solo me he referido a la creatividad artística), me replanteo la segunda cuestión que señalaba arriba: nuestros chicos se muestran muy inseguros ante la toma de decisiones. Constantemente, buscan en nuestras respuestas o mandatos, la sentencia que deben afrontar en cada momento y evitan tener que encararse a un reto, desde levantarse a tirar algo o dejar una chaqueta porque tienen calor. Les cuesta resolver estas situaciones cotidianas,y posiblemente, seamos los primeros responsables que les vamos cortando las alas. 

Pienso que debería ser un análisis más global y haciendo partícipes a las familias y el funcionamiento que tienen en casa, pero la escuela es un lugar excelente para aprender a tomar esas decisiones de una manera reglada. Realmente, en el día a día se busca eso, que vayan aprendiendo a decidir, pero me cuestiono si generamos espacios y rutinas que puedan provocar eso en ellos. Tenemos muchas dinámicas con un potencial enorme y que no utilizamos. Es más, gran parte de las decisiones que les afectan las tomamos por ellos, para que no "pierdan tiempo" o porque es más práctico y eficaz para nosotros. Si cambiáramos esto (al menos yo), podríamos conseguir logros significativos en su proceso educativo.

Para concluir, os adelanto que un alumno (vamos a llamarlo "Señor Maligno", con todo el cariño) está insistiéndome en sacar adelante algo diferente. En cuanto lo tengamos definido, os lo contaremos.


viernes, 4 de noviembre de 2016

LA CONFRONTACIÓN DOCENTE


Esta semana, como ha sido breve, no he tenido una experiencia docente muy variada y después de darle varias vueltas a lo que he vivido en clase, no he conseguido extraer una experiencia fuerte sobre la que poder escribir.

En esta ocasión, quería detenerme sobre un tema que me inquieta y que casualmente, he tenido un par de conversaciones en estos dos días que me han ayudado a decidirme por ello en esta entrada: la formación docente (no estoy seguro donde me meto).

Actualmente, tengo la oportunidad de compartir espacios y momentos con personas que acaban de iniciar su labor docente. Da gusto ver todo lo que nos transmiten al resto: ilusión, ganas de enfrentarse a grupos, crear y producir estrategias en el aula, probar fórmulas mágicas para solucionar dificultades,... Me resulta muy positivo el estar cerca y compartir diálogos porque si hay algo que vas perdiendo con los años es la frescura que ellos tienen e irradian. Pero una cuestión que aparece en la mayoría, o al menos, haciendo memoria, yo me planteaba es: ¿lo estaré haciendo bien?, ¿cómo sé que voy por el buen camino?, ¿quién me ayuda a ser consciente de mis errores?,... Y hoy, aunque no parte de una reflexión del aula y de los chicos, me apetece divagar sobre ello.

¡Qué complicados son los inicios docentes! Aún recuerdo la primera sensación que tuve nada más enfrentarme a mi primera clase (hoy ya están acabando sus carreras, otros con trabajo,... ¡qué recuerdos y que personas tan majas!). Entré por la puerta y ale... contras las fieras. Yo no sabía qué hacer. Mi planificación se basaba en posibles recuerdos y modelos que me habían marcado a mí como alumno, muy buenas intenciones, y mucha, mucha ilusión. Y ahora, con todo esto, ofrece un modelo que les permita tener un aprendizaje significativo (es decir, que se enteren y aprenda de verdad) en todo lo que planteas. 

Los primeros meses fueron terribles. En primer lugar, por mi falta de experiencia. Todo lo que había "estudiado" en la carrera (admito que no hice mucho por sacarlo adelante con unas garantías adecuadas) me resultaba muy desfasado y complejo de trasladarlo. Menos mal que había desempeñado diferentes roles en la animación y tiempo libre, y que en ese ámbito adquirí (y sigo adquiriendo) una serie de destrezas fundamentales dentro de una clase. Gracias a eso, empecé a sobrevivir.

En segundo lugar, mis progresos se centraban en una teoría fácil: causa-efecto. Probaba ¿Servía? Bien ¿No? Cambia ¿Funciona ya?... No es malo probar, pero bien es cierto, que yo lo planteaba, yo lo valoraba. 

Por último, mis asesores eran mis compañeros. Un aprendizaje muy útil y del que hoy en día estoy muy agradecido pero, que con todos mis respetos, en ocasiones era dar consejos a ciegas. Solamente yo tenía mi percepción y nadie me replanteaba  mi "verdad absoluta". Nadie te decía: pues fallas en esto, podrías mejorar en este aspecto, tu comunicación debe...

¿Te preguntas que a qué viene esta clase de historia? Muy fácil. Estos profesores que acaban de aterrizar, en mayor o menos medida, reflejan y tienen estas sensaciones. Y ahora, haciendo memoria, los comprendo perfectamente.

La profesión docente, por mucho que hablemos y argumentemos (o al menos, así lo vivo yo), suele desembocar en una intervención muy individual. Y ese planteamiento unitario es pobre, o mejor dicho, es incompleto. Creo que nuestro desempeño profesional debe venir acompañado de un cuestionamiento (interno y externo) desde todos los ámbitos en los que nos movemos y un replanteamiento de todo lo que ofrecemos al resto de personas. Y mucho más cuando comenzamos un proyecto de vida tan importante como este.

Los profesores seremos mejores profesionales cuando permitamos que los demás nos nutran y nos mejoren. No deberíamos ver al de al lado como enemigo, creo que debemos convertirlos en aliados en la parte del camino en la que vas a coincidir. 

Algunas acciones que considero que puedan orientar nuestra misión:

-El replanteamiento personal  de nuestras acciones e intervenciones dentro de un aula en las diferentes asignaturas. La inercia no es un "amigo" fiable.
-El análisis "objetivo" de cómo establecemos las relaciones con nuestros alumnos y cómo nos dirijamos a ellos en función de nuestro estado emocional.
-El feedback que nos puedan ofrecer nuestros alumnos (para mí, la más potente de todas porque nos van a dar donde duele).
-El hecho de trabajar conjuntamente con otros profes dentro del aula y que posteriormente, nos sentemos a debatir y a confrontar sanamente nuestras actitudes y planteamientos.
-El admitir la crítica constructiva interna (superiores, compañeros,...) y externas (familias) como una oportunidad de reflexión y crecimiento.
-El hecho de trabajarse personalmente los miedos e inseguridades, y afrontarlos con afán de superación personal.
-Incluir un acompañamiento estructurado a cada carrera docente que permita a esa persona obtener respuestas desde el primer momento que haga intervenciones.
...

Poco a poco, esto se va transformando y se va normalizando. Cada día aparecen más testimonios y experiencias docentes que se unen a esta línea de cambio. Yo solamente me sumo a una corriente que lo único que persigue es el ser mejores gracias a la visión que nos aportan los demás. Si me mejoran, me sentiré mejor y más satisfecho conmigo mismo y con lo que llevo a cabo, ganaré seguridad, obtendré más recursos, superaré las dificultades de forma compartida,...