El pasado domingo estuve viendo el programa de Salvados, de Jordi Évole. Hasta ahora, no he sido un fiel espectador y me apuntaba solamente a ver aquellos que reclamaban mi atención, momentos muy puntuales. Pero últimamente, me estoy enganchando a este tipo y al estilo que vende.
En esta ocasión, la retrasmisión se centraba en los alumnos y en la visión que tienen sobre su situación escolar y como es lógico, nada más ver las primeras promos, sabía que podría sacar algo interesante. Estuve "retuiteando" algunos de los titulares que iban apareciendo o aportando mi visión sobre los mismos temas. Hasta ahora, una situación muy cotidiana en mi rutina.
El momento clave ha sido esta mañana (parece que los astros se alinean y me iluminan justo el día que me siento a escribir) donde una profesora de mi centro, a la cual admiro mucho por su forma de transmitir y por su amplia trayectoria profesional, me ha parado unos segundos y me ha dicho: "el otro día vi la frase que has compartido y me ha hecho pensar... y mucho. Que sepas que sigo dándole vueltas". La frase a la que se refería es esta:
“Hay que redefinir el fracaso escolar. En cada alumno que fracasa, hay un adulto irresponsable” Gabriel #DeHijosaPadres @jordievole
Este enunciado lo soltaba alegremente el director del centro que salía en el programa. Y como me decía mi compañera esta mañana, es una sentencia compleja, difícil de asimilar, pero que me remueve por dentro ya que considero, lleva una gran parte de razón.
El asunto de las calificaciones, los aprobados y los suspensos están a la orden del día en cualquier centro escolar (o al menos, en la gran mayoría). Muchas veces las "culpas" de los resultados recaen sobre los alumnos o sobre los propios profesores: que si lo he preparado mucho, que si me han puesto lo que ha querido el profesor de turno, que si no te has esforzado para aprobar, que vaya examen,... Pero, para empezar, creo que este planteamiento requiere hablar de responsabilidades, nunca de culpas.
Posiblemente, lo que voy a argumentar tendrá muchos detractores y puede abrirme hacia muchas críticas, pero cada día estoy más convencido que el profesor es un agente fundamental ante el éxito o el batacazo del alumno. Coincido que esa responsabilidad de la que hablaba, debe ser repartida entre tres pilares: el propio alumno, el centro-profesor y la propia familia, pero sin lugar a dudas, al menos para mí, somos los principales apoderados de los procesos de aprendizaje y los resultados de los chicos.
Indirectamente, cuando hay un alumno que saca buenos resultados, o una clase obtiene un alto número de calificaciones elevados, mentalmente nos ponemos medallas y destacamos nuestros méritos docentes. En cambio, esto cambia cuando tenemos que hablar de los resultados más bajos. Es fácil echar balones fuera: no estudian nada, no atienden, no se interesan por nada,... Frases que nos permiten relajarnos y estar tranquilos con nosotros mismos, pero... ¡TAMBIÉN SOMOS RESPONSABLES!
Como docentes, considero que somos los encargados de buscar la ruta adecuada de aprendizaje para cada alumno y que estudiando las diferentes posibilidades, cada alumno debería alcanzar una serie de logros y objetivos. Es cierto que es algo muy costoso y que es muy complicado viendo la cantidad de tareas a las que nos tenemos que enfrentar y el gran número de alumnos con los que hay que lidiar (pienso en profesores que trabajan en muchas clases a la vez), pero nosotros debemos adaptarnos a los chicos y no los chicos a nosotros, en cuanto a la forma de aprender se refiere.
De esta forma, acabaríamos (al menos, en una parte) con ciertas barreras que vamos generando en el aula:
-La autoestima: todas las personas tenemos mucho interés en sentirnos bien con nosotros mismos y en lograr los diferentes retos que nos pongan por delante. El hecho de ir superando metas, nos permitiría aumentar nuestra propia percepción, ya que nos veríamos capaces de ir alcanzando los desafíos que nos pon.
-El aprendizaje: no todos aprendemos ni somos de la misma forma, por lo que implicaría una comprensión mayor de las peculiaridades y particularidades de cada persona.
-La motivación: el hecho de sentirnos útiles, nos permite "abrir el apetito" hacia otras situaciones más complejas y plantarnos con ganas hacia otros contenidos.
-La relación profesor-alumno: el hecho de adaptarnos a los diferentes perfiles, implica el acercar posturas entre los dos niveles y mejorar la percepción de los chicos hacia nosotros.
Todo esto es muy complejo, es un desafío desorbitado, es algo utópico, muy descerebrado, imposible... pero "I have a dream" (M. Luther King)