Rinconesenlared

viernes, 4 de noviembre de 2016

LA CONFRONTACIÓN DOCENTE


Esta semana, como ha sido breve, no he tenido una experiencia docente muy variada y después de darle varias vueltas a lo que he vivido en clase, no he conseguido extraer una experiencia fuerte sobre la que poder escribir.

En esta ocasión, quería detenerme sobre un tema que me inquieta y que casualmente, he tenido un par de conversaciones en estos dos días que me han ayudado a decidirme por ello en esta entrada: la formación docente (no estoy seguro donde me meto).

Actualmente, tengo la oportunidad de compartir espacios y momentos con personas que acaban de iniciar su labor docente. Da gusto ver todo lo que nos transmiten al resto: ilusión, ganas de enfrentarse a grupos, crear y producir estrategias en el aula, probar fórmulas mágicas para solucionar dificultades,... Me resulta muy positivo el estar cerca y compartir diálogos porque si hay algo que vas perdiendo con los años es la frescura que ellos tienen e irradian. Pero una cuestión que aparece en la mayoría, o al menos, haciendo memoria, yo me planteaba es: ¿lo estaré haciendo bien?, ¿cómo sé que voy por el buen camino?, ¿quién me ayuda a ser consciente de mis errores?,... Y hoy, aunque no parte de una reflexión del aula y de los chicos, me apetece divagar sobre ello.

¡Qué complicados son los inicios docentes! Aún recuerdo la primera sensación que tuve nada más enfrentarme a mi primera clase (hoy ya están acabando sus carreras, otros con trabajo,... ¡qué recuerdos y que personas tan majas!). Entré por la puerta y ale... contras las fieras. Yo no sabía qué hacer. Mi planificación se basaba en posibles recuerdos y modelos que me habían marcado a mí como alumno, muy buenas intenciones, y mucha, mucha ilusión. Y ahora, con todo esto, ofrece un modelo que les permita tener un aprendizaje significativo (es decir, que se enteren y aprenda de verdad) en todo lo que planteas. 

Los primeros meses fueron terribles. En primer lugar, por mi falta de experiencia. Todo lo que había "estudiado" en la carrera (admito que no hice mucho por sacarlo adelante con unas garantías adecuadas) me resultaba muy desfasado y complejo de trasladarlo. Menos mal que había desempeñado diferentes roles en la animación y tiempo libre, y que en ese ámbito adquirí (y sigo adquiriendo) una serie de destrezas fundamentales dentro de una clase. Gracias a eso, empecé a sobrevivir.

En segundo lugar, mis progresos se centraban en una teoría fácil: causa-efecto. Probaba ¿Servía? Bien ¿No? Cambia ¿Funciona ya?... No es malo probar, pero bien es cierto, que yo lo planteaba, yo lo valoraba. 

Por último, mis asesores eran mis compañeros. Un aprendizaje muy útil y del que hoy en día estoy muy agradecido pero, que con todos mis respetos, en ocasiones era dar consejos a ciegas. Solamente yo tenía mi percepción y nadie me replanteaba  mi "verdad absoluta". Nadie te decía: pues fallas en esto, podrías mejorar en este aspecto, tu comunicación debe...

¿Te preguntas que a qué viene esta clase de historia? Muy fácil. Estos profesores que acaban de aterrizar, en mayor o menos medida, reflejan y tienen estas sensaciones. Y ahora, haciendo memoria, los comprendo perfectamente.

La profesión docente, por mucho que hablemos y argumentemos (o al menos, así lo vivo yo), suele desembocar en una intervención muy individual. Y ese planteamiento unitario es pobre, o mejor dicho, es incompleto. Creo que nuestro desempeño profesional debe venir acompañado de un cuestionamiento (interno y externo) desde todos los ámbitos en los que nos movemos y un replanteamiento de todo lo que ofrecemos al resto de personas. Y mucho más cuando comenzamos un proyecto de vida tan importante como este.

Los profesores seremos mejores profesionales cuando permitamos que los demás nos nutran y nos mejoren. No deberíamos ver al de al lado como enemigo, creo que debemos convertirlos en aliados en la parte del camino en la que vas a coincidir. 

Algunas acciones que considero que puedan orientar nuestra misión:

-El replanteamiento personal  de nuestras acciones e intervenciones dentro de un aula en las diferentes asignaturas. La inercia no es un "amigo" fiable.
-El análisis "objetivo" de cómo establecemos las relaciones con nuestros alumnos y cómo nos dirijamos a ellos en función de nuestro estado emocional.
-El feedback que nos puedan ofrecer nuestros alumnos (para mí, la más potente de todas porque nos van a dar donde duele).
-El hecho de trabajar conjuntamente con otros profes dentro del aula y que posteriormente, nos sentemos a debatir y a confrontar sanamente nuestras actitudes y planteamientos.
-El admitir la crítica constructiva interna (superiores, compañeros,...) y externas (familias) como una oportunidad de reflexión y crecimiento.
-El hecho de trabajarse personalmente los miedos e inseguridades, y afrontarlos con afán de superación personal.
-Incluir un acompañamiento estructurado a cada carrera docente que permita a esa persona obtener respuestas desde el primer momento que haga intervenciones.
...

Poco a poco, esto se va transformando y se va normalizando. Cada día aparecen más testimonios y experiencias docentes que se unen a esta línea de cambio. Yo solamente me sumo a una corriente que lo único que persigue es el ser mejores gracias a la visión que nos aportan los demás. Si me mejoran, me sentiré mejor y más satisfecho conmigo mismo y con lo que llevo a cabo, ganaré seguridad, obtendré más recursos, superaré las dificultades de forma compartida,...




No hay comentarios:

Publicar un comentario